En primer lugar, se formulan los estándares del lujo de Latinoamérica, basados en nuestro ADN e idiosincrasia, para que los empresarios tengan criterios a partir de los cuales generar una propuesta original, contundente y rentable para mover nuestra economía latinoamericana.

En segundo lugar, se redefine el término “lujo” para que refleje lo que somos y no lo que queremos ser. Cuando pensamos en el lujo, lo asociamos con estatus, prestigio, exclusividad, etc., que son aspectos que enfatizan lo excluyente, la apariencia y la segregación. Pero cuando se trata de calidad, tradición, origen o autenticidad, se explora la esencia del lujo.

Y en tercer lugar, se empodera a las marcas latinas al ofrecerles estrategias para vincular su oferta de productos y servicios con su cultura y tradición. Esto genera dinamismo económico, inclusión social y cultivo del arte de apreciar la calidad local.